No quiero perderme el sabor del melocotón,
ni el roce del aroma de la mora,
ni el beso de un rayo de luna,
ni del sol su tibio ardor.
Y no me perderé en mis pensamientos,
que cada vez menos perduran,
ni me preocuparé por habladurías,
que al final nadie conjura.
Y nadie podrá ser infeliz si mira,
nadie podrá morir en vida si lo piensa,
que no merece la pena preocuparse,
por cosas que todavía, parece que no llegan.