martes, 18 de febrero de 2014

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Supongo que siempre es sencillo desentenderse. Decir que no pasa nada, no dejar que nada te amargue el día, ni un sólo momento, rechazar el conflicto.

Siempre he sido así, de vivir fácil. Sin pensar demasiado en los sentimientos, y sin sentir demasiado los desplantes, faltas y demás que me hayan podido ocurrir. Porque según mi modo de pensar, si no me duelen esas ofensas no dolerán a quien las reciba.

Pero, como ya estará pareciendo evidente, no es así. Eso es falaz, porque el hecho de que algo a mí no me importe lo más mínimo no quiere decir que a alguien a quien yo le hago eso mismo no se vaya a molestar.

"No hagas lo que no quieras que te hagan" es una máxima de los principios laicos de moralidad, pero en ningún lado pone "Haz lo que no te moleste que te hagan".

Supongo que esto no valdrá como excusa, ni lo pretendo, pero si en algún momento te he ofendido, mis más sinceras disculpas al respecto. No pensé que te molestaría.

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