Era una noche estrellada en la isla de Skäsung, y Xabe yacía en los jardines de la torre de magia contemplando el cielo.Todo se veía igual que su antiguo mundo cuando miraba al cielo, parecía que nada había cambiado, que era todo como cuando era pequeño, y yacía cansado después de los entrenamientos de esgrima que recibía en Barcelona...
Xabe se incorporó al percibir que no estaba solo, sino que una figura se acercaba suavemente hacia él, apenas creando un mínimo revuelo entre los jovenes brotes de hierba que empezaban a salir tras un invierno largo, y que estaban suavemente humedecidos por el rocío de la noche.
No necesitaba preguntar de quien se trataba, ni siquiera mirarla a la cara.
-Zariand,¿no deberías dormir? Mañana nos espera un día duro.
-Lo mismo te digo Xabe. Además no eres quién para darme ordenes - replicó con un tono juguetón.
-Cierto. No soy el más indicado par hablar. Pero hay algo que me preocupa. ¿Qué va a ser de la torre si descubre el Consejo que Gereviald ha asesinado, aunque fuera en defensa propia a los dos magos más poderosos con los que contaban?
-Tranquilo. Gereviald es el mago más sabio que existe. Ha cuidado de la torre durante mas de 40 años, y no dejará que caiga ahora...
Xabe estaba consternado. Por muy poderoso que el mago fuera, Zariand estaba loca si pensaba que él solo podría contener las hordas del Consejo y proteger la torre por su cuenta.
-No lo entiendes...
-Creo que sí.
Si bien estaba preocupado por la torre y lo que ella significaba para la rebelión, más aún estaba preocupado por la seguridad de la acólita que la acompañaba, que había llegado a convertirse en una persona importante para él en un tiempo record.
-Yo no permaneceré aquí si ocurre algo -continuó la maga.
-¿Entonces...?
La acólita asintió.
Xabe lo comprendió al instante. Gereviald parecía haber accedido a la petición que le habían hecho él y Nuño a que les permitiera llevar un mago como representante de la torre de magia, y el destino había querido que fuera ella.
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