Terca y dulce ventana de mi realidad,
zapatero de mi alcoba dónde entierro mis tesoros,
un lugar sagrado donde guardo vida y oro,
vueltas a este mundo donde suelo dormitar.
Y por avión mató el moro,
desde casa pude verlo sin mirar,
vida ésta que no deja actuar,
sin querer evitarlo hacemos coro.
Me evades de la vida que yo vivo,
me llevas al desierto de tu luz,
azul, puro y dulce mi retiro.
Pero mira los problemas: un alud,
y tratando de hacer algo me despido,
por este mundo desprendido de virtud.
Nunca se me ocurre algo lo bastante bueno como para poder responder, a veces tan solo una sonrisa si que puede ser una respuesta en estos casos :).
ResponderEliminar