Sabía que dejarte volar sería mi perdición,
y loco de amor acepté las condiciones,
vivir y verte desde el suelo volar sin temor,
vivir, encerrado detrás de mis barrotes.
Y puedo salir y oler el cielo en el que vuelas,
y me gusta, pero he decidido no volar,
no es que no lo vea, o que no pueda,
es tan solo que sin tí no quiero mis alas desplegar;
unas alas que son negras como las del cuervo,
y que nada bueno son capaz de regalar,
unas alas negras, con agujeros,
que no serían capaces de hacernos despegar...
Y que si vuelo que sea contigo, que el ser humano no es de eternidad,
que si vivir sin tí es mi castigo, que se apiade Dios y me haga olvidar;
porque aún no alcanzo a ver cómo he perdido, lo que me fuera tan difícil de alcanzar;
alas negras, dolor raído, condena eterna de tenerte que esperar.
Combate a muerte entre la soledad y mis principios,
unos alegan que es la hora de esperar,
ella, desesperada, pretende hacerles razonar;
bajo su velo escarlata hecho jirones y raído,
seca sus lágrimas mientras se crece sin parar.
Vive, lucha, por hacerte tu lugar,
busca, encuentra, lo que hayas de encontrar;
que si bien claro no lo tengo, no por ello te voy a fallar;
que soy tu abrigo, que soy tu manto, para que te puedas resguardar;
que serán mis alas negras las que te cubran sin hablar.
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