La llave. Daniel había sido la llave a su vida actual, a su identidad, a su carácter, a su forma de vida.
Realmente, si se paraba a pensar, poco de lo que es ahora, habría quedado de no haber conocido a su jóven amigo. Poco había que decir de él... solo que la complicidad era casi superior a la que se puede tener con una novia, el respeto mutuo siempre fue superior al que cada uno sentía por sí mismo, y que dejaron de ser entidades separadas para ser uno: Zyz&Diel, les llamaban, por el fútbol les conocían...
Porque se habían curtido juntos en ese deporte, y este mismo marcó los inicios de su amistad. No era sencillamente fútbol. Era afán de superación, la mágica complicidad que surgía del mutuo conocimiento de ambos, el ser mejores cada día, el respeto por lo que hacían y por como lo hacían, el gozo de pasar tiempo con un amigo. No era sencillamente pasar el tiempo.
A pesar de todo, Daniel, o Diel como él le llamaba, tuvo que irse. Y aunque él se quedó medio hueco, tuvo el valor para seguir adelante, para seguir entrenándose solo y que cuando Diel le viera, no notara pérdida, sino mejoría. Porque la fuerza para mejorar sigue siendo infundida por esa entidad llamada TDA, de la que ambos son orígen.
Es complicado rellenar un hueco como el que deja este tipo de amigos al marchar. Y realmente, él sabía que nunca iba a ser capaz de llenarlo, ni quería.
Sólo mejorar. Ganarse su respeto, al igual que él tenía el suyo.
Mantener el contacto, violar la distancia.
"We are fearless..."
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