Un beso puede significarlo todo, o no significar nada.
Y ni siquiera tiene por qué significar lo mismo para ambas partes.
El beso que paró el tiempo, y que hizo ir todo más rápido, como fichas de dominó (vallas amarillas) que empiezan a caer, fruto de un sueño surrealista.
Dulce como el café con dos azucarillos, que acelera dos corazones separados, fundidos por un segundo en uno solo. La confusión de sarcástica realidad, mezcla explosiva de desazón y felicidad, que te acelera, y con neurótica risa sabes que anda mal, pero que no queríamos otra cosa.
Y me tengo roto desde entonces, pensando que estás mal.
Hay que tener en cuenta si es un beso o el beso, el beso que hizo que lo sintieras todo, que puso tu mente en blanco, el beso que todo lo encierra y el beso con el que todo comienza o acaba.
ResponderEliminarTenlo en cuenta.