miércoles, 3 de junio de 2009

No te vayas...

Xabe había sentido como su aura se hacía más pequeña por instantes. Durante el fragor de la batalla, había sentido como la barrera que Zariand había establecido para defenderle se debilitaba, aunque en ningún momento había llegado a esfumarse por completo.
Había tratado durante 5 eternos minutos de llegar hasta donde la maga debía estar: no la veía.
Le habían rasgado el brazo izquierdo en su frenético batallar,y lo sentía entumecido, por lo que ni siquiera estaba capacitado para utilizar el cuchillo como arma; la espada, le resultaba pesada en el brazo derecho: los 3 días de batalla le estaban pasando factura.

Al fin la vio. Sangraba de un costado, y se batía en duelo con un mago enemigo. Podía apreciarse en los ropajes del mago que era un mago negro, y por lo que sabía de magia, poco podía hacer un mago blanco como Zariand contra un mago negro. Se dedicaba a defenderse, a reflectar ataques y a esquivar los que podía, porque la magia no es algo de lo que se pudiera abusar, y la maga llevaba 3 días sirviendose de ella para realizar curaciones y poner barreras.

Entonces fue cuando ella cayó, al ser su escudo mágico golpeado por una bola de fuego del hechicero.

-¿Y tú eres la maga que Gereviald encomendó a los rebeldes para protegerlos? ¡No eres más que escoria, y como escoria morirás!

Escupió a su cara, mientras una mueca asomaba su cara, disfrutando del momento, disfrutando al elegir cual sería el hechizo que acabaría con su rival.

Eso ya fue demasiado. Sabía Xabe que nunca un mortal debía batirse con un mago, pero había perdido el control al ver caer a Zariand al suelo. Aun sentía la barrera de la maga, y sabía que si la hubiera suprimido podría haber hecho frente a su rival... debería haberlo hecho.
Cien metros le separaban de su amada, cuando cogió su cuchillo y lo lanzó al mago. No sabía si iba a darle, pero tan sólo quería distraerle. El mago esquivó el cuchillo, divertido por el suicida ataque frontal. Sabía que iba a morir cuando miró al mago a la cara... tan sólo quería protegerla, se lo había prometido...

El mago concentró su energía en su puño derecho, que se iluminó ligeramente de un tono amarillento.
-Genial, al final será un rayo lo que me mate - pensó irónico el guerrero.
Si dejar de correr, intentó esquivar el ataque,tratando de saltar hacia la izquierda a la vez que el mago lanzó su ataque, pero no encontró fuerza en su cuerpo para completar la maniobra.
Le iba a freír todo el costado izquierdo...
Sintió calor en el costillar. Mucho calor, casi como si le estuvieran escaldando. Acuclillado en el suelo, comenzó a mirarse en busca de sangre, pero no halló rastro alguno. Su jubón estaba desgarrado, la cota de malla muy caliente, pero su piel estaba intacta.
Escuchó jadeos, vio la cara incrédula del mago, que no había sabido reaccionar a la inesperada supervivencia de Xabe ante su ataque mortal. Haciendo acopio de fuerzas, y con su otro cuchillo en mano, saltó desde su recogida postura de abajo a arriba, atravesando la garganta del mago con el puñal.
Cayó en un ruido sordo, haciendo que varios soldados cercanos interrumpieran sus refriegas sólo para ver a uno de los líderes del ejército de la Cámara caer.
Sacó el cuchillo de la garganta de su rival, y se lanzó corriendo a atender a su amada.
-¿Por qué no retiraste la barrera? ¿Estás loca?- la gritó desesperado, pensando en el destino que la podía haber seguido, y con lágrimas asomando su rostro, algunas de rabia, de alivio otras.
- Si no te cuido yo a tí... podría perder a la persona que me va a cuidar...

Él también sabía que ella era la que le había salvado de aquel hechizo mortal.. aunque no tenía tiempo de preguntarla ya que tras su respuesta, la joven cerró lentamente sus ojos, dejándose llevar por el cansancio.

Estaba viva, pero débil. Tenía que sacarla de allí como fuera.

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