domingo, 19 de julio de 2009

A veces.

Hoy, como ayer, estalló la guerra.
Mi tribu, devalida;
mi rival poderosa potencia.
Sin armas me ha matado,
mi ciudad ha devastado,
ira, lo único que ha dejado.
Todo lo destruye y yo sólo puedo sentarme y mirar,
sentarme y mirar.

Mis planes, hundidos,
mi futuro, nocturno:
si les adulas su esclavo unido;
si contradices, se torna todo oscuro.

Y huir será lo que me quede,
pero no puedo; no podría.
No me sigues, no me seguirías,
mi musa cascabel, atrás te quedarías.
No es eso lo que te deseo,
ni un futuro incierto ni una vida de paseo;
ni dolor ni lejanía ni ver como yo me desespero.

En lugar de esto aguantaré;
habré de bajar la cabeza,
y por ello maldeciré
pero habré de agarrarme a la maleza:
Así evitaré caer, agarrandome a tu luz sobreviviré
y veré como poco a poco la niebla es menos densa,
la vida contigo aprovecharé,
la aprovecharé y sabré hacerla intensa...

Eres la fuerza que me hace seguir.

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