jueves, 25 de noviembre de 2010

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¿Aún recuerdas cómo se sonríe, Luna?
Hoy gobernabas todo, cielo y corazón,
con tu largo vestido de noche, tus vaqueros
y una pizca de tu olor dulzón.

Regalando el tiempo que te sobre,
a la más altruista institución:
institución que rige el amante más pobre;
el de las caricias en tu espalda: tu perdición.

Y hoy ya no sé ni quien llora,
pero llore quien llore, hoy es día de pedir perdón;
perdón por ser en tu vida un extranjero,
y de tus besos, un ladrón;
Perdón por ser en tu vida el remolino,
que te ha arrojado a la confusión;
Perdón por no poder ser, y desear haber sido,
de tu vida, único y verdadero amor.
Y gracias, gracias a ti por todo,
tu que luces blanca y bella, llenando mi vida de tu esplendor.

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