domingo, 18 de octubre de 2009

Sobre el esfuerzo.

Realmente no merece la pena hacer esfuerzos por algunas cosas. Siempre se trata de encontrar el equilibrio y la proporción entre el esfuerzo realizado y el bien a obtener, pero hay veces que no ocurre así.

A veces el esfuerzo realizado es muy grande y a veces a este esfuerzo no corresponde ningún bien, con lo cual tienes 2 opciones: te decaes frustrado o sigues tratando de obtener el bien por el que hacías el esfuerzo.
Si optas por la opción 1, se acabó.
Si optas por la opción 2, a seguir esforzándose. Si vuelve a ocurrir que te esfuerzas y no obtienes ningún bien, te encontrarás de nuevo antes las mismas dos opciones, caer o levantarse.

Puedes seguir levantándote eternamente, movido por la emoción de creerte más cerca de tu objetivo, de tu bien, y de aquí me salen dos conclusiones, la Zyciana y la Davidiana.

La Zyciana me diría que si tras hacer el esfuerzo sigues cayendo una y otra vez, es de idiotas seguir intentándolo, que tires por el escape rápido y que lo intentes con otra cosa / persona / asunto.

A la Davidiana le gusta creer que si tras caerse una y otra vez sigues levantándote, en algún momento alcanzarás la fuerza para conseguir el objetivo, que cada caída es un metro setentaysiete de largo que avanzo, que al levantarme estaré más cerca.

Realmente me da igual cual prefiero, porque por preferir igual prefiero la racional, la primera. Pero por hacer y por sentir, no hago más que demostrar que la segunda, la emocional, es en la que realmente quiero creer, independientemente de que duela más o sea más difícil. Porque, a fin de cuentas, esta vida es para llenarte de cicatrices y al morir, la gente sepa que viviste sin miedo a caer.

Seguiré mi lema y no me arrepentiré de nada.

Quizá de una decisión. Pero no pienso echarme atrás más que en eso. Porque realmente merece la pena arrepentirse esta vez. Porque el bien que puedo conseguir del esfuerzo sí es realmente meritorio de todo ese esfuerzo, incluso de más. Pero a partir de ahora voy a pensar bien todo lo que hago. No quiero tener que volver a arrepentirme.

Primera vez que me arrepiento. Será la última.

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